Una de mis actividades preferidas es caminar, hace un poco más de un año camino acompañada por mi perro de raza schnauzer llamado motor.
Motor llegó a mi vida de sorpresa un día mi esposo tras la insistencia de mis hijos, quienes buscaban en internet y en el periódico. Llegó este perrito, la primera noche puse mis reglas, no dormirá en las camas y su cama será en la cocina. Le encerré en la cocina y fui a dormir.
Empezó a llorar y no nos dejó dormir, esa misma noche le mudamos al sofá que está en nuestro dormitorio y desde ese día hasta el día en que la doctora me dijo que no perros ni gatos "pero mi perro pasa en el departamento y es bien limpio", y contestó que no, que tienen al menos 3 enfermedades, pero que ya vea yo.
Qué tristeza encima de tener cáncer no iba a poder ver a mi perro. Me encariñé tanto con el perrito, que le empecé a querer cada día más y más y pensé que la íbamos a pasar juntos, que al salir de las quimios le iba a tener a mi lado y que le iba a contar mis experiencias. Me equivoqué.
Ahora no me acerco a mi perro pero vivo añorando el día en que me cure y volvamos a salir a caminar juntos, contarle mis cosas conversar, hablar y hablar a veces de lo mismo y el siempre escuchando y sin opinar nada, el amigo perfecto. Sabe todos mis secretos.
Te extraño motor, espero que en tu cabeza de perro entiendas que no te he dejado de querer, es solo una etapa y que pasará pronto.
Tu como perro lo has superado, ahora eres el perro de mis papis, pasas en su patio compartes el espacio con la otra perrita Cuca. No has llorado, creo que algo en tu interior te dice que todo está bien.
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